miércoles, 7 de septiembre de 2016

Ocho semestres 

Hace cuatro años decidí estudiar Letras hispánicas. No fue una decisión que haya tomado desde que era una niña, no crecí con la nariz entre los libros ni tuve nunca la aspiración de convertirme algún día en maestra. No. De pequeña sí tuve contacto con los libros. Enciclopedias ilustradas, cuentos de Oscar Wilde, tiras cómicas de Mafalda, pero no era una devoradora de historias e incluso en mi primer reporte de lectura en la primaria hice trampa: leí partes para disimular, pero no terminé el libro. 
        Fue hasta secundaria que empecé a sentir interés por la literatura. Leí unas cuantas novelas e incluso escribí en redes sociales (las que en ese entonces se podían considerar tales) breves textos sin mucho sentido que utilizaba para desahogar mis ridiculeses de adolescente. Pero no fue hasta la preparatoria, más exactamente en el año 2011, que tomé la decisión de estudiar esa licenciatura. ¿El motivo? Bueno, ya sentía interés por los libros y por escribir, aunque no lo hacía mucho, pero fue en ese entonces que entré a hacer mi servicio social en la biblioteca Iberoamericana Octavio Paz. 
        Encerrada entre paredes cubiertas de libros tuve contacto con una persona que me guió entre sugerencias de lectura que hicieron que aumentara en mí el interés por conocer autores nuevos, principalmente cuentos pues, como este guía me decía, era más rápido conocer así a un escritor, a través de narraciones breves, que leer toda una novela para descubrir que no me gustaba. Y sí, fue en ese tiempo que decidí lo que estudiaría una vez que terminara la preparatoria, que fue hasta 2012.
        No lo voy a negar, debo admitir que una parte de mí sí creyó que durante la carrera habría aunque sea algunas materias que se enfocaran en educarnos para la creación literaria. No es que tuviera la idea de ser escritora, o que esperara que en la universidad me "enseñaran" a serlo, pero sí pensé que iban de la mano la literatura y la creación. Pero no fue así. O sea, sí hay materias optativas para formarse en la línea de los que quieren escribir y ser publicados, pero no me animé a tomarlas. Una vez que entré a la carrera dejé de hacer ese intento por dizque escribir, no me salía nada, no lo intentaba y mis ideas de hacerlo sólo quedaban en propósitos sin cumplir. Desconozco la razón, sólo sé que una vez que entré a Letras la idea de que yo pudiera escribir algo que valiera la pena ser leído se descartó y ahora, después de cuatro años y muchos "empezaré a escribir lo que sea, con tal de practicar" sigo sin hacerlo.

        Por otra parte, aunque al principio sentía muy por debajo mi autoestima como estudiante, en los últimos años me he sentido mejor. Me esfuerzo a la hora de escribir ensayos o al hacer análisis e intento mantenerme al día con las lecturas, aunque sí, me sigue pasando, muchas veces me desvelo para alcanzar a terminar trabajos que pospongo hasta el último día, pero lo logro y he mejorado mi promedio desde que entré a la carrera. Mis intenciones no son graduarme por promedio ni por excelencia (que de todos modos no alcanzo), creo que todo estudiante de Letras, casi como regla, para finalizar sus estudios de licenciatura, debe realizar una tesis; es como el último logro, en mi opinión.
        Después de cuatro años estudiando, pues, han desaparecido mis intenciones de dedicarme a escribir, nunca ha nacido el deseo en mí de ser docente y he descubierto que en lo que quiero involucrarme es en el ámbito editorial. Me gustaría trabajar en edición y corrección de textos, ya sea de manera independiente o para una casa editorial, periódico, revistas y demás publicaciones. Además, tengo interés en la traducción de textos, para lo que, en el último mes más que nada, me ha entrado la espina de irme a vivir un tiempo a Quebec, que es donde se hablan las dos lenguas extranjeras de las que ya tengo algunos conocimientos, para poder practicarlas y mejorarlas. Aunque eso apenas es una idea en la que tengo que trabajar.

martes, 6 de septiembre de 2016